Se habla mucho de la importancia que tiene en la formación de los niños y las niñas, la práctica del deporte escolar. Siempre que sale a relucir el tema deporte en cualquiera de sus acepciones o adjetivaciones, deporte para niños, deporte escolar, deporte infantil, deporte de base, etcétera, a todos los adultos nos da la impresión de algo positivo, bueno, favorable. No es que no lo sea, sino que olvidamos con facilidad otros aspectos (o quizá no los vemos) que no son tan positivos para el niño y la niña y que están estrechísimamente ligados al deporte y a su desarrollo como personas.
Especialmente, existen tres tipos de personas adultas que caen en este olvido. Los primeros son los adultos comprometidos con la educación: educadores, tutores, psicólogos, maestros en general, quienes al oír el término deporte escolar no se cuestionan nada o casi nada que pueda ser negativo en este ámbito de la educación.
Los segundos, son los familiares, padres, madres, tíos, abuelos, etc, quienes al oír este término experimentan un grado de satisfacción si su hijo o niño participa en alguna actividad deportiva, o experimentan indiferencia total si no es el caso. En ambas situaciones no hay un cuestionamiento más profundo del deporte escolar. El tercer grupo de adultos que experimentan una sensación positiva al oír hablar de aquello son los responsables, precisamente, del deporte escolar. Es decir, entrenadores, monitores, "misters", presidentes de clubes, de equipos, etc.
Es bueno que todas estas personas sientan y piensen el deporte escolar como algo bueno para la educación de los niños. Es bueno que se glorifique al mismo y que se le considere como un elemento importantísimo en la formación infantil, que se le dé connotaciones de factor benéfico social, que se le potencie desde los organismos, que la sociedad, en definitiva, lo entienda como algo establecido y sin posibilidad de cambio, pues está bien.
Pero, también es bueno que se escuchen otras voces que ven al deporte escolar desde otra perspectiva. Desde un punto de mira inconformista. No conforme con la situación actual del deporte escolar y no conforme con el concepto actual que tiene la sociedad del mismo. Este artículo, pretende ser una de esas voces.
En primer lugar, hay que dejar bien claro que el deporte escolar cumple un papel positivo y otro negativo en la formación de los niños y niñas. En cuanto al papel positivo del mismo, es obvio. Además la mayoría de los adultos (precisamente esos grupos a los que me refería anteriormente) sólo ven o valoran este aspecto. En cuanto al papel negativo, trataré de explicarme más precisamente.
Desde una perspectiva educativa global, basada en unos principios entre los que podríamos destacar el respeto a la evolución del niño o, lo que es lo mismo, el respeto a la personalidad e individualidad, y el tratamiento igualitario y justo de los individuos, se puede hablar de una alarma social en lo que respecta al deporte escolar o deporte infantil, o deporte base.
Independientemente de las circunstancias específicas del contexto que se quiera (hablo de mi país, España) existen unas actitudes generalizadas que van en contra de los principios educativos antes expuestos, a la hora de la práctica del deporte escolar.
Dichas actitudes, a mi modo de entender, generan las dos formas de alarma social que constituyen el papel negativo del deporte en la formación del niño, y que son, la excesiva presión que se ejerce a los niños y jóvenes en cuanto a rendimiento deportivo y la discriminación que se produce entre unos niños y otros.
El deporte escolar se ha convertido en una actividad imitadora del deporte profesional (en la mayoría de los casos). Esto, que para muchos adultos no deja de ser una insignificancia, pues desconocen las consecuencias negativas, puede llegar a extremos bastantes tristes, aunque en la mayoría de los casos se queda en un pequeño trauma para el niño. Me refiero a que la excesiva presión que se ejerce a los jóvenes y niños en virtud de unos mejores resultados del equipo o de la persona, puede traer consigo (casi siempre lo trae) un inadecuado entrenamiento físico, una excesiva responsabilización del niño o joven, es decir, una excesiva tensión física y psicológica. También hay casos de tratos machistas, vejatorios o discriminatorios (aunque menos) que traen su consecuente bloqueo afectivo.
En conclusión, la presión de un deporte escolar que no respete la persona, su ritmo particular, su edad, y que valore por encima de todo el resultado frente a la formación puede producir varios tipos de consecuencias. Físicas : pequeñas lesiones, fisuras musculares, esguinces, sobrecarga muscular,..... . Psíquicas: falta de seguridad en sí mismo, carencia de autoestima, falta de autonomía, imposibilidad de responsabilizarse, eliminación del disfrute, disminución del rendimiento escolar, .... . Afectivas: bloqueos, imposibilidad de relación, inhibiciones, perdida de la concentración en el estudio, dispersión, ..... Es decir, un deporte escolar que no controle la presión que ejerce a sus practicantes, está poniendo en riesgo la integridad física y psíquica de la persona, verbigracia, no respeta la individualidad ni la personalidad, ni el proceso evolutivo ni formativo. De ser un gran recurso y medio para la educación y la formación, se convierte en un obstáculo para la misma.
Por otro lado, el deporte escolar actual, presenta unas condiciones discriminatorias que van en contra de cualquier principio educativo. Las circunstancias favorecen que en la mayoría de los deportes existan tres tipos de niños practicantes:
1.- los que acceden a practicar un deporte (se entiende como juego reglado, competitivo y organizado) y disfrutan de él, más o menos, pues están dotados para la práctica.
2.- los que acceden al deporte pero no lo practican, o al menos lo practican menos y con menos disfrute que los más dotados, pues tienen peores condiciones motrices que otros (en la mayoría de los deportes escolares, existen los "buenos" y los "malos", que aún siendo evidente que tenga que haberlos, no es justo que los primeros acaparen la mayor parte del tiempo de práctica en los partidos de competición, con la excusa de que hay que ganar el partido),
3.- y los que no acceden a ningún deporte bien sea porque en su entorno no hay posibilidades de práctica deportiva, bien sea porque no son elegidos, al no estar dotados física o técnicamente por los grupos o equipos de su entorno (existe la selección en el deporte escolar como otra prueba más de la imitación que se produce entre este deporte de base y el modelo profesional). En cualquiera de los casos, la situación general favorece que el buen dotado para la práctica deportiva salga beneficiado por el deporte escolar y el menos dotado, salga perjudicado. Esto, entendiendo como beneficiado y perjudicado, el tener la posibilidad de practicar un deporte escolar. Si lo vemos desde el prisma antes desarrollado de deporte escolar como elemento de presión al niño, ninguno de los tipos de niños practicantes sale beneficiado. Al menos desde la perspectiva de formación de la personalidad integral, sana, abierta, no discriminatoria y libre, en definitiva.
Es evidente, a pesar del dramatismo de esta argumentación (quizá un poco exagerada por su intento de ser realista) que se da la discriminación y la tensión en el deporte escolar, y por lo tanto, se utiliza mal el deporte y se debería reflexionar sobre ello.
Si el deporte escolar, desde esta perspectiva, no es justo ni adecuado en su tratamiento, se hace necesaria una alternativa que cumpla las funciones, en la formación de los niños y niñas, que debería cumplir el medio deportivo.
Resumiendo brevemente una posible alternativa, de las múltiples que debe haber, para paliar y modificar las actuales estructuras injustas e inadecuadas del deporte escolar, podríamos incidir en dos aspectos: las actividades motrices y lúdicas alternativas para todos, y el cambio de las normas (no escritas) que rigen el deporte escolar reglado.
En cuanto al primer aspecto, no se trata de ofrecer actividades organizadas a los niños que no entran en los "planes" de los equipos deportivos (pues seguiríamos manteniendo la discriminación), sino se trata de normalizar una serie de actividades, generalmente no entendidas como deportivas, que deberían practicar y disfrutar todos los niños en edad de formación como complemento a la competición en uno u otro deporte. Para ello, todos los niños deberían tener también la posibilidad de practicar algún deporte. Tales actividades van desde la práctica de bicicleta (no carreras) por senderos, circuitos ecológicos, urbanos, ciclocross, mountain-bike, etc, la práctica de patinaje, deslizamientos en patines libremente, en forma artística, en otros juegos como el hockey, etc, hasta la práctica de actividades expresivas, dramatización, bailes, danzas, teatro, etc. No se descarta la posibilidad de entender estas actividades como parte del entrenamiento (entendido como proceso de formación motriz) de un equipo de niños o niñas que participe paralelamente en un deporte reglado.
En un segundo aspecto, se trataría de modificar las estructuras actuales del deporte escolar. Es decir, aquellas reglas no escritas, como la discriminación que se produce al jugar los niños mejor dotados más tiempo, al ejercer la selección para participar en algunos equipos, al realizar el trabajo de entrenamiento físico, etc, debería de haber una concienciación general por parte de todos los responsables del deporte escolar sobre lo adecuado e inadecuado del mismo. Evidentemente esto se consigue con formación pedagógica, humana y técnica de los responsables.
En conclusión. El deporte escolar es bueno si se entiende como medio de formación. El deporte escolar, ahora mismo, ejerce mucha presión a los niños y niñas por imitar el modelo de deporte profesional a la vez que es discriminatorio. Hay muchas alternativas a esta situación que de momento nadie hace nada (a no ser de forma particular en su propio entorno). Una de ellas es la de organizar y reglar actividades paralelas y complementarias al deporte o a la competición. Pero que sean para todos. También es necesario entender el deporte escolar de otra manera. No tan competitivo, más justo y no discriminatorio.
Manuel Bellido
Maestro de E.F.
(Artículo publicado en la web Nueva Alejandría de Argentina y en la revista digital Askesis).
Artículo sacado de http://www.maixua.com/educacion-fisica.html?name=Conteni2&pa=showpage&pid=16
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